jueves, 12 de diciembre de 2013

LA "PARTÍCULA" DE DIOS

EL ORIGEN DEL UNIVERSO

Una Obsesión Científica


Para los creyentes de todas las religiones, el mundo fué creado y  continúa siendo dirigido por un Sér Superior de quien todos sienten su presencia sin que nadie lo haya visto ni su fé les permita dudar de su existencia.
La Ciencia, sin embargo, siempre ha estado obsesionada con demostrar tanto el origen del universo como una racional explicación de su funcionamiento y perfección.

Hace ya casi un siglo, en 1933, el Ingeniero astrofísico Fritz Zwicky, de origen suizo y trabajando para el Instituto Tecnológico de California, observó que las galaxias que estaba estudiando se alejaban de manera sostenida ocasionando una permanente expansión del universo y dedujo entonces que necesariamente debían existir otras cosas y otras fuerzas más allá de lo que el estaba viendo con sus telescopios.

De ahí en adelante continuaron construyéndose conceptos para descifrar esos fenómenos llegando a plantearse la casi evidente teoría del Big Bang según la cual el universo es el resultado de un proceso de  condensación y organización de la energía que se materializó a raíz de una gran explosión producida por la interacción de partículas que colisionaron cuando el mundo era apenas una ardiente masa gaseosa y con mucha actividad.

La obsesión científica ha girado siempre en alcanzar lo que es toda su razón de ser: Replicar mediante un experimento esa gran explosión o Big Bang que logre demostrar que efectivamente fue así como pudo originarse toda la Creación en un período de millones de años como lo tienen teorizado. Pero hasta hoy nadie ha logrado demostrarlo y hace sólo unas semanas, el pasado 30 de Octubre, terminó de efectuarse el más reciente experimento con resultados negativos.


En Dakota del Sur, Estados Unidos, a 1500 metros bajo tierra se llevó a cabo el LUX (Large Underground Xenon), un experimento diseñado para probar la existencia de la Materia Oscura, término este con que la ciencia denomina una fuerza extraña que no obedece ni a la ley de la gravedad ni a la energía encapsulada en el fenómeno de la desintegración atómica y que junto con la Energía Oscura conforman el dúo de concepciones que proyectan justificar la existencia esa fuerza que sería la ùnica responsable de producir la permanente expansión del universo
  
Pero es que de forma paralela han venido transitándose otros dos caminos enfocados hacia el mismo objetivo. Uno es la ubicación en el espacio exterior de un espectrómetro magnético, el AMS (Alfa Magnetic Spectrometer), a bordo de la Estación Espacial Internacional con el fin de detectar posibles partículas que saldrían expulsadas por las colisiones que teóricamente se producirían por las interacciones de los componentes de la Materia Oscura en las vecindades de la Vía Láctea. Y la otra es la de los astrofísicos que no descansan de intentarlo con el "Colisionador de Hadrones" (Large Hadron Collider) tratando de encontrar algún déficit energético en las desintegraciones atómicas producidas por las colisiones entre las partículas aceleradas en el experimento del  Bosón de Higgs que pretende reeditar el Big Bang, experimento propuesto como una réplica de aquella gran explosión que habría dado origen al mundo, el Big Bang que periodísticamente ha sido bautizado como La Partícula de Dios.               

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